Este año se conmemora el centenario del descubrimiento de la insulina. ¡Hablemos un poco al respecto!
En 1889, dos investigadores alemanes, Oskar Minkowski y Joseph von Mering, descubrieron que cuando se extraía el páncreas de los perros, desarrollaban síntomas de diabetes y morían poco tiempo después. Surgió así la idea que el páncreas era el sitio donde se producían las “sustancias pancreáticas” (insulina).
Posteriormente se limitó esta búsqueda a los islotes de Langerhans (grupos de células especializadas en el páncreas). En 1910, Sir Edward Albert Sharpey-Shafer sugirió que en las personas diabéticas faltaba una sustancia química a la que llamó insulina, proveniente de la palabra latina insula, que significa "isla". En 1921, Frederick Banting y Charles Best descubrieron cómo eliminar la insulina del páncreas de un perro. Con este brebaje turbio, mantuvieron vivo a otro perro con diabetes grave durante 70 días; el perro murió solo cuando se acabó el extracto. Con este éxito y con la ayuda de sus colegas J.B. Collip y John Macleod desarrollaron una forma de insulina más refinada y pura a partir del páncreas del ganado.
En 1922, Leonard Thompson, un niño de 14 años que murió de diabetes en un hospital de Toronto, se convirtió en la primera persona en recibir una inyección de insulina. En 24 horas, los niveles peligrosamente altos de glucosa en sangre de Leonard cayeron a niveles casi normales.
En 1923, Banting y Macleod recibieron el Premio Nobel de Medicina, que compartieron con Best y Collip.
Poco después, las empresas farmacéuticas iniciaron la producción a gran escala de la insulina.
Gracias a décadas de investigación, las personas con diabetes pueden elegir entre una variedad de fórmulas y formas de administrarse la insulina según sus necesidades y estilos de vida personales.
Tomado de: The History of a Wonderful Thing We Call Insulin. ADA. American Diabetes Association.
Enero 29 de 2.021
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